Sillita
Vos sos Demasiado Buena, vos sos Ridículo y vos sos Desesperada.
Desesperada y Ridículo tuvieron un hijo que se concibió inesperadamente (aunque Desesperada ya había dejado de tomar las pastillas anticonceptivas sin haberle avisado a Ridículo) pero cuando el bebé nació, todos fueron felices. Y Demasiado Buena fue nominada madrina.
Demasiado Buena estaba dichosa y decidió hacerles un hermoso regalo. Qué mejor que un hermoso cochecito para pasear?
Gastó más de la mitad de sus ahorros en comprarlo y, muy orgullosa, se lo llevó de sorpresa al matrimonio ungido en el apuro.
A Desesperada le encantó. Era cómodo, lindos colores… Ridículo frunció la nariz: “No, no, mejor sería que lo cambiásemos…”
“Cambiarlo?” preguntó, desilusionada, Demasiado Buena.
“Si, no hace falta un cochecito. Yo lo puedo llevar aúpa, todavía es chiquito. Mejor comprar algo más práctico” sentenció Ridículo.
Desesperada no se animaba a hablar… Para qué contradecirlo? Demasiado que se hizo cargo y aceptó casarse, mejor cerrar el pico…
“Como quieras…”puchereó Demasiado Buena sin que se dieran cuenta los demás.
Ridículo tomó el carrito, la factura y se fue al negocio. A las dos horas volvió feliz con una silla para bebé, de esas que se encastran en el asiento trasero del auto.
Todos lo miraron y no dijeron nada.
Ridículo siempre tuvo un carácter fuerte y volátil.
Ridículo siempre tuvo aires de grandeza.
Ridículo no tenía (ni tuvo ni tiene) auto.