3 de julio de 2007

Infeliz

Mirá, te diría que hasta me das pena, lo siento por vos.

Si, ya sé, muchos dicen “me das lástima” cuando quieren ufanarse de su don de gente, pero en mi caso eso no me importa.

El hecho de que te lleves por delante a todo el que se te cruza, vos mastodonte de dos metros, es porque en realidad escondés un niño malcriado y caprichoso. Insatisfecho e infeliz. Te habrán dado todos los gustos y nunca nada te gustaba. Tenías berrinches que sólo aguantaban tus padres y mirando para otro lado o dándote lo que pedías, así resignados, padecieron tu niñez y adolescencia.

Ahora que sos un adulto, no te soportás y cuando algo no sale como vos querés te dan ganas de barrer con lo que tenés delante, empujar y prepotear y gritar, ordenar, y mostrar tu puño para que todos se acobarden.

Excuse me, conmigo no.

No soy de las recepcionistas que se ponen rojas o le da vergüenza ajena un elefante como vos. Yo te escucho, yo te miro y dejo que todos vean la forma en que te comportás.

De ahí en más, está en vos sobreponerte al silencio del resto y al ridículo al que vos mismo te sometiste.

Al final del día, me voy, leo, miro algo de tele y me cocino una rica comida. Simple y feliz en casa.

Vos, ofuscado e incómodo donde sea que vayas.

No hay comentarios.: