9 de junio de 2007

Uña

Ok, escribo las cartas que me pediste, me mirás desde arriba mientras tipeo en mi escritorio.

Si recién te clavaste semejante almuerzo, tené la delicadeza de no eructarme mientras hablás.

Cambiate el jean de vez en cuando que de tan sucio parece hecho de cartón. Me doy cuenta de que te cuesta caminar por lo duro que está tu pantalón.

Esto si, por favor, me tenés que develar este misterio, te lo pido! Para qué cuernos te dejás tan larga la uña del dedo meñique de tu mano derecha?

Me gustaría preguntártelo y así de una vez por todas me saque de mi imaginación las cosas horrendas que se me ocurren.

Será que tocás la guitarra? Pero creo que la que tendrías que tener larga sería la uña del dedo pulgar…

Mirá, no me hagas seguir porque te vomito.

UNA HORA MAS TARDE...

Cuando entro a tu oficina, te encuentro muy relajado con esa uña dentro de tu oreja. Como me acerco a preguntarte algo (guardando cierta distancia para no olerte), te la sacás de ahí, pero no porque te de vergüenza, sino porque decidiste sacar el resto de tu almuerzo que te quedó en un diente.

Ves, ésto último no me lo había imaginado.

1 comentario:

Unknown dijo...

que desagradable..... pero qué desagradable...
un asco, sin limites.